¿EN DEFENSA DEL RICO, GARCA Y CHETO DE MACRI?

Diálogo.

– Hijo de ricos, garcas y chetos; rico, garca y cheto entonces.
– El origen no determina.
– Eso es un argumento de votante de Macri, el cual, ante las acusaciones de que Macri es un garca cheto en tanto hijo de un famoso garca cheto, dice que el origen no determina. ¿Acaso Macri no es un garca cheto?
– Sí, pero....

Aburridos argumentos lógico, físicos y filosóficos.

Si el objeto A tiene una propiedad X y luego produce un objeto B, el objeto B también tendrá tal propiedad X. En los reducidos espacios donde caben este tipo de argumentaciones, eso se llama causalidad transitiva. Para su realización, la causalidad transitiva presupone una serie de condiciones:
A sólo puede producir objetos iguales a sí mismos
A produce objetos iguales a sí mismos en tanto la única relación de producción posible sea consigo mismo
A se encuentra en el vacío, no se toca con nada que pueda alterarlo
o se puede decir que A produce con objetos a los que hay alrededor, pero si aún así se considera que B es igual a A, es porque A tiene la fuerza descomunal de poder vaciar de sus características a todo lo que toca, reduciéndolo a forma vacía moldeable a su imagen y semejanza
en definitiva, entre A y B no hay mediación alguna, entre ellos no pasa nada
la diferencia entre A y B no es por lo tanto real sino abstracta: B es A extendido sin estrías ni arrugas a través del tiempo y el espacio
Si un objeto A siguiendo una dirección X empuja a un objeto B, el objeto B seguirá también tal dirección. En física eso se llama causalidad mecánica. La causalidad mecánica, para su realización, presupone una serie de condiciones:
la inercia como ley general de todos los movimientos
es decir, sólo se mueve aquello sobre lo que se aplica una fuerza externa de movimiento
una vez detenida esa fuerza que llega de afuera, el objeto movido quedará quieto
los objetos considerados en sí mismo son pasivos
el objeto B nunca abandonará su trayecto X en tanto no choque con otra fuerza (Y, W, Z), instancia en la que tomará otro rumbo o se detendrá
la causalidad mecánica como conocimiento certero de lo implacable de la causa supone que los movimientos tienen lugar en el vacío, donde no hay ninguna resistencia a lo primero
Estas dos formas de causalidad tienen un problema en común, si bien no niegan el movimiento (la causalidad transitiva es un movimiento reproductivo y la causalidad mecánica es un movimiento físico), sí niegan el cambio, en tanto posibilidad de que las leyes del movimiento sean otras distintas a las que dan lugar a los movimientos actuales. O sea, niegan que un movimiento pueda tener cualquier efectividad sobre su fuente u origen. El origen es así determinación absoluta y destino. Lo que es será por siempre y un B producido por A que escape a la determinación sólo cabe para imaginaciones engañadas.
El origen como determinación niega por lo tanto toda posibilidad de hacer politica.

No a la abstracción pelotuda.

Ahora bien, suponer la existencia de un solo origen es una hipótesis totalmente fantástica si se la intenta aplicar al mundo de la política.
¿Qué pasa en la situación de que la serie transitiva o mecánica causa A efecto B se cruce con otra serie transitiva o mecánica causa M efecto L?
Si la respuesta es que los efectos B y L se mantienen iguales a sus causas, habrá que decir toda interacción entre series causales distintas es imposible y que orígenes distintos son como universos absolutamente distintos que de ningún modo pueden influir el uno sobre el otro. Que es lo mismo que decir que el origen siempre permanece sólo en el vacío y que M y L es lo mismo que A y B. Pensar esto exige ciertamente cierto esfuerzo imaginativo bastante arduo.
En otro caso, menos fantástico y fácilmente comprobable para cualquiera que haya jugado al fútbol (incluso al tenis), se podrá decir que el cruce de esas series causales o mecánicas, si es que se insiste en la exigencia del origen como determinación y de todo efecto como igual a su causa, producirá una de tres opciones:
en el choque A será interrumpido y B nunca tendrá lugar y el mismo fin tendrá M y L igualmente interrumpido
la fuerza de A y B será absolutamente mayor y logrará imponerse sobreviviendo absolutamente al choque, quedando M y L pulverizado
o M y L vencerán sobre A y B
En ese esquema, lo que no ocurrirá nunca, es que A y B y M y L permanecerán como si nada.
Si el origen es destino y dos orígenes distintos se cruzan, habrá batalla hasta que uno muera, o hasta que los dos.
En ese esquema, todos los efectos que no sean el logro del destino original, son obstáculos a superar y borrar.
El origen como destino entendido en una situación en donde a su vez se concibe la existencia de otros orígenes como otros destinos, permite entender la política como guerra.

Estado de Guerra para la Paz.

Hubo una vez un señor en Inglaterra que era bastante aficionado a la física y se le ocurrió que no era mala idea para pensar la política. Este señor pensó que para que los ingleses se dejasen de pelear entre ellos debían dejar de cruzar sus fuerzas anárquicamente y dirigirlas todas hacia un mismo punto, de modo tal que múltiples causas (A, B, C...) tuviesen un mismo efecto, el Leviatán o Estado Absoluto, el cual con fuerza suprema se encargaría de pulverizar cualquier atrevimiento de cruzar y neutralizar ese encadenamiento causal. Por lo tanto, su idea era: si todos queremos lo mismo, vamos a pasarla muy bien, porque nadie se nos va a oponer, y si alguien se opone lo haremos mierda fácilmente con el poder de todos juntos.
¿Si todos fuésemos policías no habría ladrones?

La política como guerra es la defensa del origen.

Si uno es alguien asustado y tranquilo, el Leviatán viene bárbaro. Pero un sistema semejante sólo funciona bajo el establecimiento muy certero de unas propiedades y derechos que serían originales a cada cual. Yo nací en esta tierra y esta tierra es mía. Yo tuve un hijo con esta mujer antes que nadie así que es mía. Esta vaca y este perro nacieron en la misma tierra que yo y son hijos de las vacas y perros que estaban cuando yo nací, así que son míos. Con este cuerpo vine al mundo, así que es mío. El Leviatán asegura que nadie le venga a tocar a uno lo que le es propio de su origen. Y si alguien todavía se anima, el Leviatán castigará.

Pero hay gente de origen dudoso.

Sin desmerecer al autor de las ideas recién contadas, que por algo es un clásico de la filosofía, el asunto de ser todos policías para evitar a los ladrones se pone un poco problemático cuando uno se pone a pensar que los propietarios no viven en sus solas propiedades. ¡Las intercambian! Sí, claro. Robertito hace macetas y se las da a Juan que cultiva flores, a cambio de un jamón que Juan había conseguido de Orlando, que tiene chanchos y necesitaba también flores para cambiarlas por un beso de Martita. Pero aún así seguimos en el mismo orden: propiedades originales que a lo sumo se cambian, pero no se discuten.
La situación cambia en el caso de que alguien le diga a otro: podés tener hijos con mi mujer, pero ella será aún mía y como es mía sus hijos que serán tus hijos, no serán tuyos, sino míos. Igual ese es un ejemplo bizarro. Pero sí puede decir, todo lo que cultives y coseches en mi tierra es mío, todo lo que construyas con la madera de mis árboles es mío, etc. ¿Por qué alguien habría de tomarse la molestia de hacer esos trabajos? Seguramente porque no es autosuficiente y no tiene propiedades suficientes como para intercambiar en un flujo continuo que permita satisfacer todas sus necesidades. El trabajador será tal por la aceptación de cierto ofrecimiento por parte del propietario.
Sale a escena una figura curiosa a la que la policía lo tiene sin cuidado porque no tiene propiedades que defender. Es el que en el origen no tiene nada, carece de propiedades. Esta persona es mundialmente conocida como POBRE. Mientras que el que tiene lo bastante como para poder contratar a muchos trabajadores y evitarles la pobreza, es mundialmente conocido como RICO.
Si el lector se aguantó toda esta pedagogía insoportable, se estará preguntando qué pasó con Macri. Paciencia, es mucho pedir, pero paciencia.
Por no tener propiedades, el pobre es de origen dudoso, su origen no puede ser reconocido.
¿Qué puede hacer el pobre para tener algo? Con voz paternal el rico podrá decir que deberá administrar bien sus propiedades. Pero mis propiedades apenas me alcanzan para nada, podrá decir el pobre. Ah, explica el rico, hay que trabajar más.
El pobre puede entonces romperse el lomo trabajando como un condenado. Y puede también preguntarse si el estado de derecho como aseguración del origen no es una reverenda cagada.

Ricos y pobres no es un partido de fútbol.

El origen como destino se produce a sí mismo. ¿Y el que carece de origen?
Sólo un cinismo extremo habilitaría a decir que el pobre quiere producir pobreza.
Por aplicación del origen como ley y destino, se habilitan ecuaciones como que el que nace sin educación no la quiere, que el que nace en la mugre no quiere limpieza, que el que la pasa mal la quiere pasar mal y que el que no tiene trabajo no lo tiene porque quiere. Semejantes cosas, aunque se escuchen día a día, son estupideces lisas y llanas.
Acá no tenemos más un montón de fuerzas (A, B, C...) dirigidas a una misma causa, el Leviatán o conservación de las propiedades, sino a una serie A hacia un efecto B y una serie M hacia ese mismo efecto B.
B es A produciéndose a sí mismo con plusvalor, es decir como A aumentado o A’. El movimiento y las propiedades se conservan, pero incrementadas. Misma cualidad con proyección cuantitativa. A utiliza a M y su voluntad de B, pero para que B se incremente algo le debe ser sustraído a M, es decir el intercambio no puede ser equitativo, y M deberá seguir produciendo a L, es decir a M con mayor necesidad que antes, para que trabaje más. A + B y M – L.
Si esto es una relación política, un enfrentamiento entre ricos y pobres, sin duda se podrá decir que los pobres quieren destruir la serie causal original de A y B, sin embargo los ricos en absoluto precisan negar la serie transitiva M y L. Por el contrario, la fomentan.

Ahora sí, Macri.

El votante de Macri, puede decirse sin ofenderlo, está básicamente preocupado por la seguridad. Que nadie toque lo que no es suyo, desespera.
Por ese motivo, cuando el votante de Macri dice que el origen no lo determina, la verdad que no puede dejar de sonar raro.
Si esos votantes en efecto creyesen que el origen no determina, no votarían a Macri, es decir no votarían, en un país lleno de pobreza, a alguien cuyo principal planteo es la seguridad. ¿Quién puede creer que ese es hoy un eje crucial de la política sino aquel que sólo quiere la conservación de lo dado, la garantía policial de que nadie le toque nada? ¿Quién podría querer algo semejante cuando todo indica que en efecto es preciso acabar con este modelo que los conserva gordos y asustados para plantear en serio la posibilidad de hacer de la pobreza una preocupación central?
Y en este juego extraño, el votante de Macri que quiere defender a este hombre de su filiación con el empresariado más nefasto del que tiene memoria este país, dice que el origen no determina, y muestra así no sólo su inconsecuencia, sino también su hipocresía, su capacidad de mentir, de traicionar, su fibra de cagador en definitiva, de corrupto, de rosquero, de cheto.

¿Entonces?

La frase el origen no determina, dicha por el votante de Macri, es la negación de la historia. Los que dicen eso son los mismos que se sienten ofendidos cuando se pone en juicio la Dictadura, los que dicen que mirar a las masacres del pasado no aporta nada sobre el hoy. Como si el hoy no tuviese nada que ver con esas masacres.
Lo que de algún modo sentimos los que acá escribimos, los del diálogo inicial, es que el origen no marca el absoluto devenir de lo originado, pero condiciona. Los hombres de buena fortuna suelen querer que se mueran sus padres, mientras que los de orígenes pobres sólo pueden emborracharse y llorar. Creer que el pobre puede lo mismo que el rico es una estupidez insostenible. Pero, por el contrario, creer que los pobres están condenados y que los ricos tienen la clave absoluta de su perpetuación, es desconfiar absolutamente de un mundo distinto, aunque sea un poco distinto a este.
Lo que sin duda sí determina es la relación que uno tiene con su origen. De aquel que niega su origen, de aquel que no se reconoce en sus padres, en su ayer, en su casa, en su barrio, en su ciudad ni nada; de aquel que pretende mostrarse cada día como nuevo, como puro, como no viciado por ninguna de las corrupciones que inevitablemente trae el tiempo, no se puede esperar cambio alguno, porque su premisa es suponer que entre el ayer y el hoy no hay vínculo, que las cosas se dan naturalmente, sin historia, sin procedencia, sin rastro. Si alguien habla así, tan despojado de ayer, hay razones para temer que está escondiendo algo, está haciéndose el boludo respecto a su igualdad exacta con ese ayer respecto al que se dice nuevo. Ya lo sabemos, ya conocemos muchos y demasiados que dicen no arrepentirse de nada y que no saben ser responsables de nada de lo que dejaron a su paso.
Manos limpias tienen los que no existen o los que se las han lavado demasiado. A los que quieran eso, pueden seguir votando a garcas disimulados como Macri.
El origen no determina como una causa mecánica o transitiva, pero no por eso no existe. Quien junto con la determinación quiera negar la existencia, es seguramente alguien de temer.
O quizás se pueda pensar, no siendo un votante de Macri, que el origen es algo a tratar, no para ahogarse en él, sino precisamente para escapar a su determinación ciega, mecánica y transitiva, a la soberbia de no querer verlo para terminar siendo guiados por él.

Diálogo.

– Hijo de ricos, garcas y chetos que pretende no tener nada que ver con ellos, garca rico y cheto entonces. ¿Así te suena mejor?
– Sí sí.
– Que se hagan cargo, que no pretendan conservar el origen sin tener sus características. No que digan yo no tengo nada que ver, porque así se reafirman como iguales a lo que ocultan. Que pongan en escena el origen y que lo intervengan, que dejen de cuidarse el culo y pongan en peligro justamente aquello que los produjo a ellos tal cual son. Eso sería hacer política.
– ¿Te parece que ellos harán algo así?
– Que me soben la pija.

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