¿Qué hizo Doug Yule?

Secundario es el músico que está menos expuesto en la escena, aquel cuyo instrumento menos se identifica en su singularidad entre los otros, de rostro menos reconocido que el de sus propios compañeros, quien no es pensado por el público como representante, figura ni emblema del grupo con el que toca.

Gentes sin duda bien intencionadas a veces quieren rescatar del olvido a los músicos secundarios y posicionarlos en el mismo primer plano de la estrella del grupo. Quieren redimirlos de su secundariedad. Pero en tal operación desmerecen la importancia del músico secundario. La secundariedad pretende ser eliminada como una cuestión de perspectiva.


Por ejemplo, Doug Yule es la gloria hasta cuando no está presente. Qué será, habrá sido luego de tanto, de aquél. Qué podría pensar de lo que ahora tiro yo y quizás agarre. Cuando al escuchar sale o entra de escena él cuando joven, cuando en New York estaba en la aventura de la música con esos extravagantes. Grande Doug! Se puede escuchar gritarle. Aplausos!


No sé si había muchos aplausos. Creo que tal vez más bien había un re bardo. Nadie se lo tomaba en serio, pareciera. Y caer ahí de rebote, medio de reemplazo de músico experimental que perdió la batalla para definir qué era lo experimental y qué lo clásico, y aunque todavía no se sabe quién es quién, todavía seguimos sin discutir quién fue y qué hizo Doug Yule. Y eso para ni hablar de ir a buscarlo. No guglearlo. Ir a buscarlo no tocando el timbre de la casa tampoco. Y casi que diría, ir a buscarlo adonde no está, una física y temporalmente, y otra donde no está y lo que gravita es su ausencia.

Y qué si eso implicara una marcha atrás que puede ser abnormal respecto de movilidades como la bicicleta (¿vehículo nazi que va sólo para adelante?), lo cierto es que las lógicas están ahí sino para ser subvertidas al menos para ver qué pasa. Porque si estuviera toda una provincia o un campo, digamos, escuchando de la misma manera la misma cosa… ¿cuál es la gracia? Y qué tan lejos estamos de eso?

Por ahí Doug Yule vino ahí donde fue para reemplazo de nada, o tal vez solo para cantar como una mujer no había podido. Que sarta de pavadas. Quien sabe.
¿Qué pensará Doug Yule de lo que hizo y de lo que significa lo que hizo? ¿cuál de las dos es la que no importa?

Y aún así hay cosas que sin él son bellas.

Doug Yule está presente, claro que está, sin cara, hasta sin instrumento, y lo mismo sin las dos palabras que dicen "Doug Yule". En algún lugar, junto a alguna combinación de números, algún teléfono que ya no existe.

Pero sin duda vuelve a existir ahora, cuando esas dos palabras, que forman un nombre, que tienen una cara y que tocan un instrumento, se juntan repetidas veces en los párrafos anteriores. Entonces Doug empieza a moverse también hacia adelante. Porque inevitablemente va a ser gugleado (buenaa), convocado, tal vez invocado. Pero ojo, ‘hacia adelante’ no quiere decir ‘no más hacia atrás’. Doug no va a ser normal ahora. No le busquemos un fin al pobre Doug. En todo caso, ya ninguna de las dos preguntas antes formuladas importa, porque queda la huella, aunque la huella no tenga nombre.

La gloria de lo anónimo. Atahualpa Yupanqui. Un caballo. Una bici. (Y una aclaración: la bici está hecha para ir hacia adelante, pero eso no quiere decir que no se pueda usar para andar al revés en dos sentidos: 1) la bici para adelante y el piloto sentado en el manubrio mirando hacia atrás pero pedaleando normalmente, y 2) el piloto mirando al frente y la bici dejándose llevar hacia atrás con algún tipo de envión (y ni hablar de las bicis que te permiten pedalear al revés). Hacer piruetas.)

No hay comentarios: